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Montoya y el dialogo artistico

Autodidacta, maestro de pinceladas impresionistas en escenarios costumbristas.

M. Montoya es un pintor autodidacta, de técnica depurada, con dominio de estilos diferentes--y en este cuadro despliega su saber impresionista--y amante del arte en todas sus formas.

Cada cuadro soporta una historia interna, cada cuadro dialoga con el pintor durante el proceso de creación.

En el cuadro que hoy se pone a la venta destacan los protagonistas principales, los personajes que llenan el espacio pictórico y que en contra de la mayoría de las representaciones de "pelando la pava" el personaje activo no es el hombre (que algunas veces se representa a caballo) sino que es la mujer. Es ella la que acaricia el cuerpo de su amado; en cambio él, en reposo, delata una total complacencia con el acercamiento de su compañera. Sobre sus miradas cabe señalar que ella mira absorta, sonriente y feliz la cara de él, mientras que el gitano, pasivo, le dirige a ella su mirada, a la vez que gira la cara en dirección al pintor. El punto de vista del pintor se encuentra precisamente a medio camino y a la misma altura que las miradas de los dos personajes y le permite a éste jugar con la luz y la sombra en ambas caras. La luz esplendorosa en la cara de ella, en su pelo, adornos y peinetas así como en la piedra que está detrás. Por otro lado respiramos la sombra en la cara de él, en su pelo ensortijado y en la piedra que está detrás. Juego de luces y sombras en los rostros y en las piedras. Este mismo juego de luces lo utiliza el pintor para reflejar el carácter de cada personaje por el color de su piel: aterciopelada la de ella, tentadora y "del color de la aceituna" la de él.

"Verde", entre otras cosas, significa para Federico García Lorca, la Vida, el Amor y la Muerte. El color verde es el mas frecuente en la poesía de Lorca (98 veces, seguido del blanco con 78 y del azul con 70 (Crítica de Víctor de Lama). Juan Ramón Jiménez escribió que su primer verso procede "de una copla que oí yo de niño: Verde que te quiero verde/del color de la aceituna" Montoya entra en el discurso del color de la piel contraponiendo los dos personajes y junto al empleo de las luces y sombras de los protagonistas también utiliza el movimiento para comunicar el deseo. Ella es la que se mueve, ella se acerca a él, sus manos en actitud de caricias, su pierna derecha se intuye apoyada en la escalinata, su cara muestra la boca susurrante y preparada para besar y hasta su pelo intenta acercarse a su amado. Una gracia especial derrama su hermosura. El gitano la espera prudente. No se atisba el gesto, todavía, de caer en la tentación de la propuesta de su amada. Los ojos grandes siguen respirando la espesura de un sentimiento que se intuye crecerá hasta el abrazo sensual y el beso iluminado, pero que el artista ha querido dejar plasmado justo en el instante inmediatamente anterior.

Ella se acerca y lo acaricia; él la espera complaciente. En el cuadro de Montoya las manos comunican todo el discurso del movimiento semejante al juego con el que describe a los protagonistas con las luces y las sombras. Movimiento, piel, luz, sombra, tentación y deseo. Un último análisis del movimiento de los dos protagonistas nos lo da con enorme claridad el estudio de las telas que se explicitan en el cuadro. El gitano está apoyado en una manta que se desliza displicente por la escalinata con la misma laxitud que la prudencia del amo. El delantal y la falda de ella están en movimiento, quieren acompañar a su dueña, casi adelantarse a ella. La manta y el traje del gitano en el óleo de Montoya muestran pinceladas profundas de colores espesos, pinceladas impresionistas, vivas, prestando los colores fríos al traje y combinando los colores calientes en la manta. Por el contrario el tratamiento de la pincelada en el traje de ella es completamente distinto; se observa claramente un delantal de pinceladas sueltas, de acuarela, ligeras.

El autor utiliza esta misma pincelada tanto para el tratamiento de la piedra en el contexto de toda la tabla como para el estudio de las sombras, esto es, en ambos temas, piedra y sombra la pincelada es suelta y frágil lo que le permite jugar con gran maestría y combinar infinidad de texturas y superficies apoyado férreamente en el color. La ventana y la perspectiva general le ofrecen el ángulo arquitectónico que le sirve como escenario para rodear, para abrazar a los protagonistas.

Antonio Caetano.